
La aleación de titanio es un material excelente para implantes médicos porque combina muy bien con nuestro cuerpo. La película de óxido estable (como la película de pasivación de TiO₂) que se forma en su superficie bloquea la fuga de iones metálicos, lo que reduce en gran medida la inflamación y el riesgo de que el cuerpo los rechace. Además, no es tóxico ni magnético, no tiene efectos secundarios extraños y no interfiere con las resonancias magnéticas, por lo que los médicos pueden comprobar cómo se curan las cosas después de la cirugía con gran precisión.
Cuando se trata de cuán fuerte y liviano es, la aleación de titanio da en el clavo: es fuerte pero liviano (solo un 57 % más pesado que el acero inoxidable). Eso significa que puede sostener cosas de manera confiable sin sobrecargar el cuerpo. Su módulo elástico es casi el mismo que el de los huesos humanos, por lo que reduce el "efecto de protección contra el estrés": no hay más pérdida ósea debido a que el implante es más rígido que el hueso mismo. Eso ayuda a que los huesos crezcan y sanen de forma natural. Y en el fluido corporal (que tiene iones de cloruro), no se oxida fácilmente. La película de óxido se mantiene estable, por lo que el implante dura mucho más. Todo esto lo convierte en la opción preferida en el mundo médico.
Se utiliza en todas partes de las clínicas y es totalmente seguro:
Dental: Los implantes dentales, puentes de porcelana, etc., son ideales por su biocompatibilidad y excelentes propiedades mecánicas.
Cardiovascular: la válvula cardíaca artificial, como el filtro de sangre, depende de su resistencia a la corrosión y no es magnética.
Instrumentos quirúrgicos: bisturí, pinzas hemostáticas, etc., mejoran la flexibilidad de operación debido a su peso ligero y resistencia a la desinfección.